Alfonsina Storni…..había muerto. «No había nada qué decir. Se habían tenido en cuenta todas las historias pero nos quedamos sin nada qué decir. Su trabajo fue impecable, más que eso, extraordinario. Pero en el fondo, todos quedamos mudos. No hubo posibilidad de un contraataque, de una contraréplica», dijo «el hombre pequeñito».

Preámbulo hacia su poesía.

Su muerte fue sencilla y dura, dulce y fría, apasionada y sutil como ella misma. Y esta, fue un motivo recurrente en la poesía de esta gran poetisa. Además de otro tema como es el amor, pero visto como lucha contra el sexo masculino, como esa poesía de la libertad ante «el hombre pequeñito» con el que le tocó vivir, ante la sociedad pequeñita con la que tuvo que lidiar.

Me siento identificada con ella por los temas que trata y me resulta atrayente y fascinante por esa entereza suya en ser dueña y capitana de su alma; por eso hoy, hablaremos de esta mutante para su época. Entre el amor y la muerte de estas aguas mutantes nadaremos con Alfonsina Storni para entender un poco más de la vida y del ser humano a través de la mirada literaria de esta gran mujer.

Preámbulo hacia su poesía (II).

«Alfonsina y el mar» (Ariel Ramírez y Félix Luna) nos habla de la muerte elegida por esta gran poetisa; y como no, otra vez: nadando dulcemente entre el amor, la vida y la muerte. Ese dulce amargor que solo ella conseguía traernos (y que aún hoy consigue).

La verdadera dimensión de su belleza se rebela en no callar nada de la congoja, de las espinas y también de las flores y la dulzura. Es afilada y suave. Clara y oscura. En ella se dan los musgosy las rocas, las manos y las espinas. En ella lo completo existe y pone nombre a todo: lo delicado y lo rudo. Magnánima en su expresión poética no se puede hablar de vida y muerte sin Alfonsina Storni. (Y en este blog de amor y muerte cómo podíamos pasar por alto a esta gran señora del amor y la muerte de la poesía en habla hispana. No podíamos. Habría sido una gran traición a nuestros temas fetiches y a esta personalidad).

En este mundo acuático, tan emparentado con Alfonsina Storni y su «carne verde del mar», también acunamos la idea de que no podemos reprocharle nada a la vida porque sabemos cómo es. Qué iba a reprochar ella, tanto que vivió, tanto que sintió, tanto que expresó. Qué podemos reprocharle.

Alfonsina y la muerte.

Bailaba con la muerte valses nocturnos una y otra vez: hablaba con ella, jugaba y se ponía incluso sus mejores galas para amarla en silencio. Nada había que le atrayera tanto como la muerte. Ese juego suyo de acercarse a esta en cada instante que podía, y sin embargo, amaba la vida con locura, con la locura que da la conciencia de la muerte. No se podía ser más loca y más cuerda, porque como hemos dicho, la conciencia de la muerte te hace ser humilde ante la vida (precisamente tiene un poema que se titula así, «Humildad», y además te hace saber el tiempo, conocerlo y vivirlo de manera distinta como en su poema, «Un recuerdo». Esta aproximación poética hacia la muerte es un tema muy humano, y tan natural como el hecho de vivir. Al fin y al cabo, todos en un momento dado tenemos la obligación y el inevitable hecho de encontrarnos con ella. Nadie escapa a su sentido vital por muy oculto que esté en su inconsciente, por mucho que la acallen con actividades, objetos, proyectos….etc. Es ella precisamente la que da sentido a la vida.

Y al fin….Alfonsina, gracias.

Vinimos para verla entre «la carne verde del mar», esa carne que tanto describió. Esas aguas-tumba que tanto admiró. Esa puerta acuática que se abriría aquella noche para no dejarla salir jamás, y transportarla a jugar con la más preciada de sus amistades. No quiso volver a la vida (porque hasta para eso fue valiente y decidida: ella elegiría siempre su destino). Se durmió dulce y fríamente para sentir la vida yéndose de su pecho único. No tuvo miedo de vivir y nos lo dijo muy claro. Hoy desde las verdes oscuridades de este mundo acuático creemos verla nadando y jugueteando con la vida de este lugar, una totalidad alumbrada con algún rayo que cae entre las aguas y que la ilumina como la hermosa y poderosa sirena de la vida y de la muerte que es.

Gracias por traernos toda la luz de la oscuridad, Alfonsina.

Puede que también te guste...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *